El cortometraje español, una producto a potenciar.

El cortometraje, o hermano pequeño del largometraje es la herramienta básica de todo aquel que quiere en un futuro ser un profesional dentro de la industria audiovisual.  En cuanto a su  duración no debe de superar los 30 minutos, aunque el tiempo ideal de cara a su distribución en festivales es de 15 minutos. Uno de los objetivos por los que se lleva a cabo cortometrajes además de para dar a conocer el trabajo creativo dentro del área de dirección es para que se trabajen  las distintas funciones o cargos que tiene todo proyecto audiovisual y que después en mayor medida se extrapolan a un largometraje.  Pero hay una gran diferencia, la forma de llevar a cabo el proyecto.

El cortometraje nace para ser un medio de aprendizaje, aunque para determinadas circunstancias  y de cara al público es ya un activo cultural importante y en España y en el mundo hay miles de festivales y muestras donde son los protagonistas. En consecuencia se ha creado la AIC (Asociación de la Industria del Cortometraje) y la Coordinadora del Cortometraje Español que junto la PNR y los profesionales que la componen se han reunido en numerosas ocasiones. Entre sus fines se encuentran su lucha por tratar de que se valore el cortometraje como una disciplina cultural que deben de apoyar las Administraciones e Instituciones públicas y privadas, así como la creación de  un código de buenas prácticas en los festivales de cortometrajes, entre otros aspectos.

Nos vamos a centrar en los cortometrajes como forma de conocer y desarrollar este oficio, no con aquellos que se hacen de manera amateur, y no tiene más pretensiones de que se vea. En un cortometraje profesional sea o no de escuela se establece un presupuesto, y se lleva una serie de puntos obligatorios para llevarlos a cabo, con más o menos recursos. Lo que es imprescindible es:

  1. Registro de la propiedad intelectual del guión literario y después del audiovisual realizado.
  2. Ser un trabajo gestionado por un autónomo o productora ya que es imprescindible dar de alta o que te facturen todos los miembros técnicos y artistas que participan.
  3. Cubrir los gastos de comida, desplazamiento y hospedaje. La historia parte de una persona, pero no es de recibo, que una persona que se ofrece a trabajar sin remuneración económica, pues la mayoría de veces es en especie tenga que hacerse cargo de una serie de gastos de su bolsillo.
  4. Disponer de un seguro de responsabilidad sobre todo si se utilizan extras y hay grabaciones en exteriores para cubrir cualquier percance que pueda suceder.

Estos son quizás los puntos más relevantes, después están otros como la cesión de la música, los permisos con grabación con menores, pedir la cesión de derechos si vamos hacer una adaptación y un gran etc…pues cada proyecto es único en sí mismo, y cada persona que lo lleva a cabo tiene su visión y le trasmite una huella única.

Llegado a este punto debemos de que puntualizar una cosa. Los festivales, no ponen en sus bases puntos como a los participantes se les debe de pagar el desplazamiento y la comida en del rodaje o algo más importante que el trabajo que se lleva a cabo se tiene que hacer sin ningún riesgo y con los seguros sociales correspondientes. Eso no significa que no se deba/tenga que hacer. Y así sucede con muchos otros puntos la mayoría de ellos relacionados con la producción el gran desconocido, para muchos. No existe una formación específica y generalizada de estos temas como sucede con la parte de más creativa donde hay libros, vídeos que pueden servir de autoaprendizaje. Nos centramos en la parte creativa, pero dejamos de lado la administrativa y burocrática por tediosa, incomprensible y incluso por desconocimiento. Pero el desconocimiento no exime de determinadas obligaciones, por ello antes de embarcarnos en un proyecto audiovisual debemos de tener claros determinados puntos, es profesional o no y sobre todo que fin va a tener una vez acabado el proyecto como se va a distribuir y cuáles son los festivales que nos interesan.

Entre los festivales hay que distinguir varias categorías, determinadas por los apoyos económicos que tienen para llevarlos a cabo, los años de recorrido y los premios que otorgan. Los más conocidos son el Festival de Málaga, Medina del Campo, San Sebastián, Sitges que en su sección de cortometrajes pueden incluso ser preseleccionados para selección los Premios Goya, los más destacados del cine en España, o incluso los Oscar, lo que les convierte en un importante reclamo porque el lograr esa visibilidad en un trabajo, en el conjunto del equipo y lograr quizás el salto al largometraje o que estos profesionales trabajen en otros proyectos, entrar en la rueda laboral  de trabajo en este difícil mundo de la industria audiovisual española.  Pero también existen, otros festivales que sirven para realizar una actividad cultural, loable y muy interesante, pero que no valora este trabajo como un oficio, sino como un mero entretenimiento.

 

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