¿Puede el cortometraje ser el estandarte que favorezca crear una industria sólida para el cine español?

Hace unos años dije que nunca más haría un nuevo cortometraje, me equivoque. Las razones que esgrimía en ese momento, no tenían nada que ver con mi trabajo. Acabadas algunas producciones, el equipo, o una parte importante de ellos, resumía la aportación al rodaje del trabajo de producción a tener comida en la mesa a la hora convenida. Esto era algo que ciertamente me cabreaba, pues rebajar nuestro trabajo a algo tan básico provoco que perdiera todo interés en la participación en este tipo de rodajes, salvo que fuera a significar un reto para mí o pudiera de alguna forma hacer visible mi experiencia y formación.  Veía el corto como una herramienta de aprendizaje no como un producto audiovisual que pudiera generar industria como claramente lo veo hoy.

El trabajo de producción es muy desagradecido. Si sale bien se dice, se comenta, que es nuestra obligación; en  caso contrario, ante cualquier fallo, la culpa recae en muchos casos y de forma injusta en producción. Con los años te das cuenta de que, si bien muchos errores se podían haber evitado, la importancia de la cohesión y el diálogo entre todos los departamentos es primordial para que todo vaya bien.  

Han pasado unos años desde que termine mi formación y me adentré en el campo de la producción. Si bien parece que sigue siendo una labor muy desconocida, parece que, poco a poco, va siendo más valorada al menos por las personas que se enfrentan a sacar adelante un proyecto audiovisual.  Es decir, aquellos que quieren vivir dentro de esta profesión, que quieren que sus obras tengan un recorrido comercial y cuyas expectativas van más allá de que su obra audiovisual se quede en las estanterías o en un visionado entre amigos y familiares.

No todo el mundo vale para dedicarse al campo de la producción, a pesar de esa frase tan odiada de «quien vale, vale… y sino a producción». Es cierto que hay acciones que puede hacer cualquier persona, pero el sentido común, la habilidad para adelantarse a posibles problemas, la capacidad de compromiso y de darse a los demás, creo que son características primordiales para las personas que trabajan en este departamento. 

Asociación de la industria del cortometraje
Asociación de la industria del cortometraje

Cuando tomas la decisión de que quieres dedicarte al mundo audiovisual, poder participar en un corto puede ser una oportunidad inmejorable para adentrarse en el campo audiovisual e iniciarse en esta bonita pero dura profesión.  Lo que tiene que quedar claro son los objetivos por los que te adhieres a la producción, estar de acuerdo con ellos y que las cosas se hagan con seriedad y cabeza. No todo vale, y no se puede justificar la realización de nada bajo el paraguas de  «gratis»,  sin una contrapartida aunque no necesariamente implique ningún gasto para ninguno de los miembros del equipo. Dentro del campo audiovisual y concretamente en el cortometraje que es lo que nos ocupa, hay un gran número de irregularidades que nos perjudican a todos, debido al desconocimiento, o lo que es peor, a jugar  con la ilusión de muchas personas, jóvenes en su mayoría. Este problema me lleva a priorizar la necesidad de buscar esa necesaria regulación con el fin de  proteger a aquéllos que empiezan.  Es decir priorizar el bien común frente al beneficio de unos pocos que dará lugar poco a poco a asentar esas necesarias bases de funcionamiento que ya existen y funcionan en otros países. La falta de formación, de criterios estandarizados e inclusive de exigencias y normas por parte de las Administraciones ha dado lugar a un vacío importante que nos perjudica a todos y que no sucede en ningún otro país del mundo.

En estos momentos las distintas asociaciones del cortometraje están debatiendo sobre la alegalidad que tiene un amplio porcentaje de cortometrajes hechos en nuestro país…y es una verdadera pena porque ninguno de ellos puede tener una salida comercial, no pueden ser comprados para su visionado por una televisión y mucho menos en un cine donde la calificación por edades es obligatoria por ley.  

Asociación para favorecer industria del cortometraje
Asociación para favorecer industria del cortometraje

Si queremos que el audiovisual nacional se asiente y genere industria, es importante que todos los agentes se pongan de acuerdo y trabajen para que las cosas se hagan de manera correcta. El problema es que demasiados agentes se lucran con este modelo alegal.  Otra cuestión son una serie de miedos en los que se amparan muchos cineastas que parece que incapacita  la posibilidad de producción de algunas historias. En mi opinión son excusas, no creo que en ningún caso sucediera, estamos en la era digital y los progresivos avances de la técnica favorecen el poder contar las historias de forma económica y eficaz. Recordemos que hace sólo unos años,  cuando las obras se llevaban a cabo mediante el proceso analógico de 35mm, un soporte mucho más complejo, se crearon una serie de obras audiovisuales, con más o menos recursos y sin efectos especiales, que forman parte de la historia del cine. El único cambio, al que deberíamos de tener miedo, es el de los profesionales que no sepamos adaptarnos a los avances de la tecnología y no aprender  a a llamar las cosas por su nombre.

Llegados a este punto, es necesario definir el marco audiovisual de manera entendible y de acuerdo a la realidad, lo que beneficiara la creación de una industria. Surge, entonces, la pregunta, ¿qué es una película? Reducir hoy la definición a la captación de imágenes por una cámara para contar una historia me parece una definición muy básica y desde luego no se asemeja a la realidad actual donde cualquiera puede con un dispositivo digital grabar y contar una historia. Una película es, además de lo anteriormente definido, la unión de un equipo de trabajo en base a una estructura empresarial para sacar adelante un producto audiovisual con un fin comercial, es decir que llegué al público y este pague una entrada para ver la obra.  El problema es que esta segunda parte se omite completamente. A lo que se le une la conveniencia de hablar de arte, cultura sólo cuando interesa… una situación que ofrece en ocasiones momentos sin sentido.

Tener una productora o plantearse la producción de una obra audiovisual, entraña una serie de obligaciones para todos los miembros que van a forman parte de ella, pues realizar este trabajo cada vez más necesita de una preparación, formación y experiencia con el conocimiento del lenguaje y la narrativa audiovisual.  Y en el caso concreto de la producción, disponer de una visión general del producto y de sus posibilidades en cada uno de los procesos. Para todo lo cual es primordial el conocimiento del sector, del entorno, y hoy en día, inclusive, el valor del marketing cinematográfico para llegar a los públicos objetivos, teniendo en cuenta la fragmentación actual de los gustos del público. Por ello,  se necesita de campañas puntuales a través de las RR.SS, con las que es más fácil llegar al público que con los medios de comunicación tradicionales.  

Lo que a de quedar claro es que es que para que algo sea definido como obra de arte o cultura debe de llevar unido un precio o valor económico. En otros países estás premisas se entienden, están asumidas y, además, se defienden. En España, en cambio, se sigue equiparando actos culturales a eventos gratuitos. La consecuencia de esta actitud ha sido que no se valoré la cultura o se la desprecie si no tiene unos precios irrisorios o el acceso es gratuito.  Para demostrar todo ello, me amparo en las prioridades que tienen muchas personas en oposición con las mías propias en relación al ocio o lo que es lo mismo, pagar una entrada de cine o pasar toda una tarde tomando copas.  Mientras el precio de una entrada de cine se crítica hasta la saciedad,  pasar una tarde bebiendo, «el tardeo en Alicante» se defiende y se justifica con la excusa de que genera trabajo.  Que debe de haber una convivencia de ocio lúdico y cultural me parece correcto, pero, a nivel general,  que cada cual establezca sus conclusiones al respecto y sobre todo que seamos sinceros con las prioridades del tipo de ocio que se  prefiere en nuestro país.

Y así, en este marco un poco desesperanzador nos encontramos, opciones que buscan en muchas ocasiones el beneficio personal en lugar del bien general, donde el marco político y de la Administración son irregulares, justamente porque las personas ilustradas y con cultura, son menos dóciles que aquellas que se dejan llevar por necesidades más mundanas. El audiovisual en cualquier otro país del mundo es cuidado y mimado porque genera riqueza y, en el caso concreto de EE.UU, es una de las industrias más importantes. Además, sozyuga al resto de países y en el caso de España y otros países, de manera sangrante, ya que al doblarse sus películas, luchan en iguales condiciones idiomáticas que las de producción propia.

El doblaje nació en la época de la República cuando comenzaban a llegar las películas americanas y los españoles del momento, con un alto grado de analfabetismo, no eran capaces de leer los subtítulos, lo que provoco el doblaje al castellano. Con la dictadura, Franco, por ley, exigió que las películas extranjeras fueran dobladas en estudios españoles, lo que dio lugar a que se creará una industria fuerte en este campo. Industria que se mantiene hasta nuestros días y que ha hecho que los españoles seamos incapaces de tener un amplio conocimiento de otras lenguas, como sucede en otros países donde las películas se proyectan o emiten en versión original subtitulada. 

Asociación que fomenta la industria del cortometraje
Asociación que fomenta la industria del cortometraje

Y, ¿cuál es el camino? Desde luego queda mucho trabajo que hacer, y no tengo muy claro que a corto plazo se llegue a una solución que pueda agradar a todos. Lo que está claro es que, o se crea una base sólida implicando a todos los agentes y a la Administración o por lo que respecta al cine español (no dispongo de información para opinar en otros campos culturales) siempre será un barco a punto de naufragar… O se mantendrá la crisis endémica que padece y que arrastra desde sus inicios cuando se usaba como medio político o de propaganda y sin una identidad propia.

No conozco el medio de forma tan extensa como otros profesionales, pero tengo muy claro que la base se encuentra en nuestro futuro: los niños. Es necesario establecer diferentes vías para favorecer el conocimiento del lenguaje y la narrativa audiovisual como una forma más de aprendizaje en los centros educativos. Debe de ser una prioridad si queremos crear  una sociedad crítica que sepa entender los mensajes que dan las imágenes, para crear además mensajes eficaces. Y debe haber una unión entre profesionales del sector audiovisual y los docentes. Bajo esta unión se creará de manera correcta un cortometraje, se valorará esta profesión y, quizás, se puedan emprender los primeros pasos para crear una industria fuerte.  Ahora mismo, el corto es un producto muy importante para la inclusión de valores y como medio pedagógico. El castellano es además una de las lenguas más habladas del mundo, lo que puede propiciar que estas producciones sean vistas no sólo en festivales sino ampliar su distribución en televisiones y plataformas web de pago: Crear pues una necesidad igual que se hace con una marca. El corto además, es la formula que utilizan hoy muchas empresas para la creación de contenidos y así acceder a su público objetivo, el Branded Content, contenidos audiovisuales que favorezcan a las marcas, sin llegar a ser directamente publicidad y que es una nueva formula para contar historias.

La industrialización desde el marco educativo
La industrialización desde el marco educativo

El cortometraje, es un producto en auge, y con muchas posibilidades. Muchos directores regresan a este formato por sus facilidades a nivel de producción o por su  libertad creativa frente al largometraje. Además, no hay que olvidar que es un producto que, por su formato y duración,  se adapta muy bien a los nuevos hábitos de consumo audiovisual actual sobre todo de las nuevas generaciones, nativos digitales que prefieren el ordenador, los dispositivos móviles o la Tablet frente a la pequeña y gran pantalla. En España, la ley del cine de hace unos años, ya  incluía el uso del audiovisual como marco educativo, pero este proceso, en realidad,  está en pañales. En otros países el corto como valor educativo ya tiene medios de distribución propios tanto en universidades como en centros educativos. A pesar de todo el  ICAA y las distintas asociaciones del cortometraje han puesto en marcha la web aulaencorto, pero queda mucho por hacer.

Si hubiera que incluir un término que describiera esta nueva situación es la llamada responsabilidad social que tienen los creadores y productores, que, aunque todavía no han tomado plena conciencia, es necesaria porque en la actualidad el audiovisual, la imagen ejerce una influencia patente en las sociedades desarrolladas. Y bajo esta premisa, surge la importancia de calificar una obra pero también para que, con el paso del tiempo, se quede una copia en la filmoteca y sea parte de nuestra n historia, reflejo de una sociedad igual que se hace con la televisión y la publicidad. Negar estas implicaciones es tener un importante desconocimiento de la realidad.

Y así, sin darme cuenta,  me he visto inmersa en dos proyectos de cortometraje, dos retos que espero no sean los únicos dónde pueda trabajar en la responsabilidad social y en mi obligación de poder aportar mi granito de arena en el audiovisual al que defiendo y considero mi oficio y profesión. Por un lado Scratch un corto social del director David Valero que se ha rodado del 1 al 5 de septiembre y que me ha llevado a estar de baja por una rotura del pie con operación incluida, lo que incrementa mi postura de que hay que hacer las cosas bien y, por otro lado, Colores, un corto de animación tradicional para niños de 6 a 12 años que espero pueda dar muchas alegrías, pues es un corto con valores y que está desarrollando la productora alicantina Horizonte6quince. 

Texto corregido por Luis López Belda @SplendorQuiebra

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